miércoles, 4 de enero de 2012

El verano, me vuelve austero; sin embargo a mi me es placentero

Te diría que quiero acompañarte, pero sería una mentira. Mentiría para decirte que no quiero estar a tu lado. O bien, esquivaría tus iniciativas de emoción hacia conmigo. Placer amistoso, lo detesto.

 

Con cara de salame, el pelo alicaído y los jeans cortos rasgados (situación de verano) así y sin más descripción lo vi sucumbe-ar frente a mí, me dijo: es un espléndido día, ¿no?. No sabía que decirle, no sabía hacia donde guiar mi respuesta, era un estupendo día de verano, como había sido ayer, como había sido la semana pasada y donde nada cambiaba ni mis días, ni los de él. Si Raúl - le contesté -, parece mágico como nos alumbra el sol. Las nubes están en perfecta condición para ir a caminar por la ciudad.
Sería incrédulo decirle: No me parece que haya cambiado en nada, deja tu melancolía y anda a disfrutarlo, no 'me piace' tu vibra. Pero no soy así, nunca podría reaccionar de tal modo ante un amigo; al menos, hoy no, si mis impulsos no son bruscos, si mis razones no van más allá de lo que quiero describirle, no, no seré ese demonio que quiere salir de mí. Sin embargo, Raúl, nunca había cautivado mis horas de amistad hacia con él.
Rául - continúe breve-mente antes que me argumentara ¿me acompañas?- tengo cosas que hacer a la tarde, y encima empecé una obra a la cual quiero terminarla, para hoy a la noche; ¿no te molesta que no te acompañe? Quizás mañana podamos, mándame un mensaje. Tengo el mismo celular. Adiós, se me va el micro.
Así sin más tiempo que perder, salí corriendo hacia el micro que venía, no importaba cual sea, solo importaba salir de aquella situación; aunque el dinero no alcanzara, una cuadra me alejaría... Pensaba que la mentira era incapaz de nacer en mí, y así fue, o puede que no sea tan exuberante como dije, sino: más un argumento a favor de mis instintos deductivos hacia el esquivo de sus intenciones que se ocurriesen por su psiquis. Una breve ampliación de librarme de él, de tener más tiempo en terminar la obra que había empezado, y tiempo libre, o a gusto sin necesidad de depender de alguien, o en este caso, Raúl. Nunca me gusto depender. No es que dependiera nunca, sino que, no me gusta decir: "no tengo más ganas de hablar con vos", o al menos, pensarlo sin decirlo.