lunes, 23 de diciembre de 2013

Todos son los que están en el cuadro, ¿quién quisiera pintarlos?

Pasaba algo extraño, cuando quería acercarme: ellos desaparecían… ¿querrían intimidad? ¿querrían que los dejara ser? ¿qué sería de lo que tendría que hacer yo? ¿Juegos de palabras o de personas reales?

Las marcas en su mano

Las maracas en su mano, no eran

Como el pensaba: muerte;

Eran, como siempre supo: magia.

Él tenía sus guantes mágicos de pequeño,

Aunque los demás querían hacerle entender que no,

Querían destruir su fuerza con palabras,

Más nadie podría lograrlo,

Tenía la sabiduría de los dioses, era el elegido.

INTENSOS RECUERDOS

De esas palabras que abundan, tus movimientos ya son parte de mi latir. Aunque estés estática te siento. Aunque de palabras no nos formemos, la distancia algún día será corta. Habrá magia inigualable como aquella tarde…

Ella no lo sabía, y él si; él no lo iba a hacer, pues sabía todo lo que iba a pasar… más tenía que ver la manera de hacérselo notar, de lograr una cita entre ellos. De que el Destino actuara. Pues aquella tarde el corazón volvió a latir.

Él, poderoso con el viento los supo atraer, sin que mi yo percibiera el efecto secundario. Aunque percibía muchas cosas.

Ella, como hipnotizada y colocándose una pila.. no paraba de expresar con mayor ímpetu su amor, no con palabras, si con hechos. Ella proponía, ella se contradecía. Ella optaba por hacerle sentir la mística que otrora adquirió en otra vida.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Se que todo cambiará, pero para ello tu me tienes que conversar… si es que conmigo quieres hablar…

No recuerdo que escribí, ni me interesa su contenido.

Supe comprender, era más lindo escribir lo que sentía: como aquel compañero que con puño y letra me enseñó, así también lo había hecho días atrás, le había dicho a ella ‘tu corazón es muy tierno’; pero era como dejar una nota en su puerta e irme.. esperando pero desde lejos. Sin saber, había hecho mucho.

Había nuevamente, sin renovarse uno dos versiones, dos ingresos para el teatro mágico:

  1. El control o dominio total; el efecto secundario de la sensación del infierno.

  2. La espera de que algún dios ingresara al ser, y así: tener la aventura en la jungla.

  3. Aunque no había una tercera propuesta, la existía. Siempre había más respuestas de las que uno imaginaba, esto no terminaba. No podía terminar, era infinito y eso era lo mágico: que podía ser de una u otra manera, solo había que pedir permiso y dejar que los dedos, que el cuerpo siguiera los impulsos del latir del corazón, o bien, las dos primeras opciones.

*

Al menos ya no había voces por la noche y eso volvía todo más tedioso, o más claro. Era a una velocidad luz que solo algunos podían alcanzarla, y solo algunos querían alcanzarla con medios electrónicos: ya que era lo que en el día y la noche se utilizaba, al menos en el entorno que me acechaba…

Escribo para que no me reconozcas. Escribo porque es lo único para no pensarte directamente.

Lo más loco es que te vi allí y sentí magia; estabas de improvisto, como apasionada. Y lo más lindo es que vos me observabas, y yo era el que miraba. Me hiciste olvidar todas mis penas, todos los recuerdos que me ataban: ya la saludé. Y fue el más rico trago de vino que he tomado, fueron las más maravillosas galletitas que había probado; sonriendo así como un desquiciado que ya no extraña porque te tiene a su lado ¿Quién lo hubiera pensado que de la nada aparecerías a mi puerta?

¿El silencio o la voz de alguien?

Antes del principio

 

Aquella habitación desordenada se encontraba en mal estado. Entre ese caos, muchos libros desparramados sobre la cama, uno de ellos se encontraba en la mesita de luz, provocando mayor atención. Aquel libro se podía notar que estaba resquebrajado a los costados, en su tapa tenía pegado con cinta, un papelito y junto a el una mancha de sangre. Este decía:

“Pero no conviene creer que la vida empieza con una breve reseña de algún detalle de fecha, lugar, tiempo, sino por comenzar a expresar lo que sentimos al hablar. Procuré llamarte miles de veces a tu canto, hacerte reír, alegrarte cada día; como intento hacerlo ampliamente al mundo, aunque conoces mi personalidad, y con vos sucede algo realmente elocuente. Es así que a veces me encuentro hablando a mi mismo, pensando, si a otra persona le molesto, y bueno me pongo a escribir por mi cuenta…”

Fue así que ese cuaderno de tapa gruesa, contenía escrito a mano anotaciones, las cuales separadas por números romanos, lograban despertar curiosidad sobre aquella señora. Aquel aparentaba ser el comienzo de una historia, que seguramente al joven le habría servido para desahogarse. Para tener recuerdos. Para volver.


Así fue, que me encontraba solo sentado frente a el roble, una de las tantas tardes que solía pasar en los jardines de la facultad, y te comenté mi duda, entre un ¿que opinas? o un ¿lo hago? pero era normal que no te comunicaras conmigo a priori, siempre susurrabas luego de los acontecimientos, o de los momentos más difíciles que tenía que enfrentar. Y leyendo una de las anotaciones que llevaba conmigo, en un papelito anotado en tinta negra unas palabras que me atormentaban cada noche, a la cual hacía hincapié cuando la recordaba. Nuevamente me encontraba leyendo aquel fragmento:

“¿Debería hablar con ella o conmigo mismo?” (Pegado en el libro con cinta)

En ese momento muchos alumnos solían salir de las aulas, y como tantas veces ella caminaba con sus pelos al viento, de manera que no dejaba de observarla, de repente comencé a oír las voces. Las cuales como siempre confundía incondicionalmente, hasta que llegaban a aclararse y comentaban cosas, que por ella no vale aprovechar un tiempo que presiento en un futuro muy cercano su culminación. Atormentado en pensar si los demás oirían esas voces, me sentía como en una pileta olímpica, nadando sin hablar con nadie y sintiendo la presión de querer llegar a la meta antes que los demás. Aunque en las competencias yo solía preocuparme, no sentía el mismo daño que ella me provocaba; a veces es bueno arriesgarse y poder intentar, dejar los escritos de lado, sin embargo dejar de ser lo que uno es, nos hace retornar a nuestros errores, casualmente retomar el círculo que, sin embargo, quizás hay veces que se prolonga más tiempo en suceder, que es improbable que reconozcamos su predicción, su dirección y el tiempo siendo que vivimos en este, y un día no nos alcanza, por eso con la escritura yo intento resistir su palabrerío. Consecuentemente acompañado siempre tengo que ir con mi conciencia, quien argumenta cada paso que hago o intento hacer.
Fue cuando Josefina estaba a unos pocos metros, mi corazón palpitaba constantemente, y esos sonidos empezaban a diferenciarse. Ella se había sentado en el mismo banco, a solo un metro probablemente de donde estaba yo. Antes de escuchar algo claro, o hacer algo, comencé a argumentar, como suelo hacerlo y de aquella particular manera que me gusta intentar explicar, buscar soluciones, a lo que quizás no tenga. Pero, aunque sea probar y ver el ¿y porqué no? ¿porqué si? ¿Y si ella quiere realmente salir conmigo? En ese preciso instante pensé, “ahora le pregunto; -¡espera!- ahora le pregunto”. Y alguien contestó “bueno, esta bien espero…”
Pablo: Josefina, ¿quieres ir al cine conmigo?

II

(Se almacenó de pronto, un espacio mudo; en el cual se oían nuevamente voces entreabiertas, titubeando sonidos extraños, que aún yo no lograba comprender de quien o de quienes eran; sin embargo osaba entender algo).


Alguien: ¿y te ha contestado?
Pablo: ¡Aún no!
Alguien: No esperes sentado… ¡Deja de carcomerte la cabeza! Ve a hacer alguna otra cosa; ¡ya no tienes que hacer nada más allí! Allí es cuando oí un silencio discreto, como el de una niña que quiere ocultar su timidez. Atormentado por toda la sencillez de un amor que solo he de callar. Y que mi mente se ve interrumpida por sondas, recordando anécdotas de la infancia, poniendo a prueba mi imaginación, mis opiniones, mis campamentos que acompañado de mi viejo amigo Rodrigo, con quién compartía también, escapadas a la calle, a la aventura a internarnos en una búsqueda por el peligro, del “¿qué pasará si nos escapamos?”, ¿si gozamos el recorrido entre los campos?, donde pronto se proyectarían por un tiempo de la ciudad. Es así que sin ningún esmero más por callar el tiempo, continué escuchando mi propia voz. Olvidando los recuerdos.
Alguien: …Y sí, no contesta; ¡No te quiere!
Pablo: Deja de decir pavadas, yo se que algo me debe querer, aunque hablemos poco, cuando le hablo, cuando me cruzo con ella, se ríe inocentemente, yo presiento que algo me debe querer.
Alguien: ¡Vos porque te inventas todo eso!, o como dirían algunos, ese es mi trabajo, yo te invento eso, pero nada que ver, ¡el loco sos vos!

III

¿Quién realmente puede describir un estado de locura, sin haberlo vivido? Acaso, ¿podemos explicar con exactitud nuestra vida? Pretendemos explicar ciertos sucesos, que ni siquiera entendemos; aún la vida misma y su opuesta.

Es así que salí despavorido de esa situación, no pretendía maltratar más al silencio, a la inexistencia de sonidos, aunque, ¿quién puede definir que es el silencio? ¿Hasta dónde se puede pretender que los pensamientos son mudos?

Así, fue como entre extraños árboles me encontraba; si, había dejado de mirar a Josefina, ya ni me acordaba de haberle dicho “¿quieres ir al cine conmigo?”, ¿soy realmente consciente que mi mente logró caducar el momento más provechoso de mis días en este corto tiempo que pasaría en la facultad? ¿Podría entenderme en algún momento?  ¿Y si todo fue para hacerme entender que el cine era el lugar donde no quería estar, sino, más bien, vivir del teatro mágico del cual tanto había leído, en donde nosotros formáramos parte?

No pude realmente comprender si hace un instante le hable a ella, o conmigo mismo, o con “alguien”, o ¿con quién hable? Y como mi memoria se paraliza de solo alejarse del recuerdo, ya no puedo acordarme de su cara, de su sonrisa que tanto anhelo, de esa mágica sensación de observarla, que se ha transformado en melancólica y gris pasión. Tal vez fuera para ser parte de los momentos únicos e irrepetibles de la vida; y los demás para sumergirme en profundas palabras, contemplación de la naturaleza, mundos aparte, y estar con seres a los que conocía de tiempos atrás. ¿Ellos me verían?

Fue entonces que por alguna intuición, empecé a caminar hacia dónde, no se; y creo que ahí volvieron a interferir lentamente esas voces, que de a poco comenzaba a transformarse en un chillido, como la matanza de un cerdo que intenta luchar contra su depredador, el hombre, quien osa por atacar para su satisfacción alimenticia, que frágil y con cautela, comenzó a diseminarse nuevamente esa voz, tan atormentadora, tan descarada, que me alteraba de pies a cabeza, logrando almacenar en mi, impotencia de no saber ¿quién era?, o ¿qué quería?. Hasta que comprendí nuevamente que me estaba hablando a mí. ¿O acaso otra persona podría estar escuchando lo mismo que yo?

Alguien: ¿Todavía estás acá? Pensé que ya comprendiste lo que esa muchacha ¡no te quiere! Te ha dado más que una sola señal de rechazo, con reiteración haz escuchado el escalofrío del ausentamiento de palabras al viento, de un habla mudo, ya que no te ha contestado. Y vos ahí tontamente, como si hablaras al aire, caminando solo, sin aún volverte a tu habitación a tus estudios.

Pablo: Pero yo dejaría por completo estos estudios, este don de sabiduría por su amor, por ese amor infinito que puedo llegar a sentir, por esa persona quien me ha cautivado desde que entré al colegio; o quizás, de aquella vez que nuestros padres se reunieron en la fiesta de Arquitectos, a la cual acudimos. Yo con tan solo cinco años y tú uno más que yo, siempre fuiste más que yo, siempre un año más que yo, siempre adelante mío, siempre delante de mis preguntas, de mi vida, ha cautivado hasta mis recuerdos por no olvidarla, lo demás ya no importa, consecuentemente desde ése día, solo importa su persona.

[años más tarde…]
Esa persona, era su hermano, su mejor amigo: quien había sido intermediario de sus sentimientos, quien había logrado entenderlo de alma, conociéndose a partir de muchas vivencias que solo ellos podían comprender. Él, su compañero a pesar de las terribles angustias, llantos vividos juntos – ¿alguna vez había podido llorar con alguien sin juzgarse? No, y eso lo convertía en su leal amigo, compañero, escudero-. Le había hecho comprender tras una carta, que ella lo amaba, y que al igual que él, no lograba explicar lo que su corazón le decía. Oh vanas palabras que usamos para complacer al silencio, oh tortuosos pensamientos que nos hacen reflexionar sin dejarnos guiar por ese alguien silencioso.

IV

Otra vez, sin saberlo aparecí en mi departamento. Fue ahí que empecé a oír en la calle la cruda babilonia, autos, motos, micros, bicicletas; aunque, por lo menos, éstas no interrumpan demasiado; creo que fue la causa por la cual volví a mi interior, a estar en el mismo lugar que siempre. Como si fuera poco, llegué a pensar que estaba en otro lugar, distante, hace no mucho tiempo, ni que fuese poco haber pasado el tiempo entregado a la tranquilidad de mi alma, siendo tan placentero ese amor que sentí junto a Josefina. Quizás yo mismo pretenda llamar a esto “amor”, siendo tan silenciosa esa palabra en mi corazón, además de querer expresar mis sentimientos en vez de hacerlo en conjunto, como realmente se debería utilizarla. Es que probablemente sea la causa de las desdichas de la sociedad actual, hoy todos amándose, fingiendo sentir lo que en estos días se podría explicar de otra manera. Obsesión, tal vez sea eso lo que hoy siento.

Si pudiera callar a él cuando te volviese a ver, si pudiéramos dejar que nuestros corazones se encontrasen nuevamente y pudieran combinarse para acercarnos a lo que realmente tendría que haber comprendido hace mucho: quiero evolucionar. Quizás me escuches: ¿Quisieras evolucionar conmigo? Muchas veces he soñado con una princesita como tú, con nuestros defectos, con nuestras virtudes, con los recuerdos que no podemos sacarnos de nuestras sienes. Este evolucionar se construía de a dos: a veces precisábamos de amigos, de la familia, de amigas para entenderlo, pero dos era yo; todo lo que no sabemos expresar, las sonrisas de nuestros maestros, el preferir no hablar… ¿era para que el Destino tomara las riendas?


Además recordaba todo tan luminoso, y ahora, el cielo completamente nublado y en tan solo un instante una lluvia intensa abatía la ciudad por completo. Empañando los vidrios y enfriando la habitación. 
Puse agua a hervir. La lluvia probablemente haya cambiado el horario del día. Ya había empezado a oscurecer siendo tan temprano, eso me hacía recordar esos inviernos donde una noche nuestras familias se juntaban. Solían ser a fin las reuniones durante unos largos años de nuestra niñez, a no ser que las fiestas, o acontecimientos inoportunos, acortasen las esperas interminables. Nos habíamos juntado a comer pizzas, una de las últimas veces que nos juntamos.
Me acababa de acordar del agua, cuando de repente oía mi nombre llamar, seguramente como el timbre no funcionaba hace más de una semana tenían que recurrir a la antigua. Pero… ¿quién podría ser? esa voz, tan familiar solamente podía ser de mi vecina, que de tanto en tanto me regala unas empanadas las cuales hace artesanalmente.

Greta: ¡Pablo! ¡Pablo!

Entre tantos ruidos oía un golpe suave y crudo en la puerta, acoplado de mi nombre. Mi vecina, o quizás, ¿alguien más? ¿Quién podría venir a visitarme, sabiendo que tanto odiaba que me visitaran?; fue así que empecé a caminar hacia la puerta, ¿quién tardaría tanto en caminar dos metros, dónde no se sabe si el tiempo es indeterminado? O bien, ¿será eterno?, o su contrario ¿pasa demasiado rápido?
Abrí la puerta, ahí estaba desesperada por unas cucharadas de azúcar. Sin pretender entenderme, aunque en su mirar advirtió con una mueca en su cara, como solía verme aquellas tardes mientras volvía de la lucha contra el silencio del amor; y nuevamente su suspirar, me hizo notar que no era la primera vez que me veía llegar en este estado, otra vez a causa de ella volvía a reencontrarme en mi habitación, solo, sin aliento por respirar. Sin más perdida de tiempo, sabiendo que no habría remedio, ni consuelo para mí me preguntó agitando su tasita de té.

Greta: Pablito, tendrás un poquito de azúcar para hacerme un tecito. Es domingo, todas las tiendas están cerradas, seguramente las has visto al regresar.

Inmediatamente le sonreí, sin siquiera responder nada y agarré su taza. Mientras caminaba hacia la cocina, observé con cautela el verde opaco del interior de la tasa, del que la memoria hacía remorderme por dentro, como si buscase algo.

*

Aquella vez que mi mamá llamaba por teléfono a Claudia, la madre de Josefa, preguntando cuando volvían de Sierra de los Padres, que querían juntarse, yo aclamaba muy dentro de mí por volver a verla, hacía meses que no la veía. Mientras hablaba preparaba dos té, yo buscaba la miel para endulzarlos cuando de repente entraba Juana, mi hermana, algo había en su mirar que despertaba curiosidad. Se sentó a mi lado, en nuestra mesita redonda, en la cual ella solía estar a las noches dibujando para la facultad. Cuantas noches me decía que volviese a la cama, mientras yo sonámbulo me despertaba. Y seguramente la rabia de que tenía que entregar todo a tiempo la enloquecía.Yo sin saberlo la molestaba, o quizás no, pero no me hubiera gustado ser sonámbulo.
Fue entonces que mi mamá me comentó que iban a tardar un mes en volver. Alguien dentro mío gritaba con demasiada desesperación por sentir la impotencia de no verla por otro mes más, creo que fue la consecuencia de la taza que rompí, y de la cual mi hermana me pegó por haber roto su taza preferida, de ese color que solo a ella le gustaba.

*

Seguramente fue aquel cachetazo que mi hermana me había dado tan fuerte, que me recordó por completo la situación. O posiblemente, la importancia que debía darle a Josefina en mi infancia, como aún lo sigo haciendo. Sin embargo, de chico suelo acordarme muy pocas escenas de haberla visto, siempre solía ella pasarla con sus abuelos, y cuando nuestros padres se juntaban por trabajo, solían venir sin ella y yo desilusionado partía a mi pieza, sin preocuparles a mis padres. Seguro era a causa de que no demostré nunca los sentimientos con muecas, sin embargo podía notarlas en las personas. Como ahora podía hacerlo con Greta, a quién le di las taza llena de azúcar y le sonreí nuevamente, como queriendo decirle: necesito estar solo. Y como ella solía verme semanas volver aquí con la tristeza sobre mis hombros dejó que cerrara la puerta.

*


Cuando ya había terminado de hablar mi mamá, y yo, completamente dolido por el golpe –recuerdo que provocó evocar lectura- de mi hermana sentía mayor preocupación por  saber cuándo volveríamos a soñarnos juntos. A crear un mundo juntos, porque ella y yo sabíamos que esa magia del mundo paralelo eran de nosotros, lo sabíamos por como nuestros dedos se rozaban, nuestras miradas se encontraban, y por cómo nos deseábamos encontrar en lugares nuevos que, pese a conocer la casa nunca habías ido a ese patio interno -lejos de las personas que nos rodeaban podíamos ser uno los dos-. Nuestros deseos de volver a vernos en esta realidad eran guardados por el silencio. Y el conversaba con pocas personas, a veces me hacían enfadar porque ella solía decirme que también le gustaría poder dialogar con el libremente. Eran cosas que no estaban a favor del mundo, iban más allá de nuestras posibilidades de elección. El silencio no hablaba, solo era marioneta del que la escuchaba. Un colaborador de mis ideales. Mis miedos, soltarla, dejarla en libertad en esta realidad eran fatales: más confiaba en el silencio, sabía que realmente ella cautivaba con tan solo su presencia y hacía a más de uno agradecer las caricias que lograba darle a sus almas.

V

Pase esa noche pensando largas horas. Sentía la impotencia de que mañana no recordaría nuevamente y decidí agarrar una hoja, un lápiz y escribir; puede que  mi nuevo placer de escribir sea para contrarrestar el odio tedioso que se almacenó a lo largo de mi vida a olvidar. No solo a mis pensamientos, sino a los momentos vividos. Ya que descubrí que no hay nada peor que no tener en que llorar a las noches, o a quien extrañar. Y si este placentero desafío por plasmar mi vida me ayuda a volver a leerlas y sentir lo mismo que sentí aquellas veces, lo volveré a hacer. Siempre intento recordar las frases en mi cabeza, pero ¿qué mejor que almacenarlas en un papel y almacenar en la cabeza los momentos buenos?

Hacía ya varias semanas que venía recordando mis palabras. Aquellas palabras formaban una concentración absoluta de sabia prosa, que poco a poco se iban resumiendo en el almacenamiento de mi mente. Consecuentemente no hacía caso, y una y otra vez se repetían sin cesar; no culminaron hasta esta misma noche.

La sabiduría está ahí, hay que saberla escuchar.

Asumí por entero que debía hacerlo con todas aquellas voces que vibran al pasar. Sean de quien sean. De ese alguien que susurra al oído.
Lo he comprobado, me he prevenido en ciertas cosas; eclipsando las mentes comprobamos que: si no oímos solemos tropezar, fracasar, esquivar… hasta que reaparecen y las escuchemos.
Por tanta repetición empecé a comprender que necesitamos escuchar, sin saber quién sea. Solamente tenemos que comprender qué dicen y adaptarlas a nuestras situaciones, ya sea para hablar con alguien, resolver una situación; con la música, o con todo lo que nos interrumpa. En otras palabras, aprender a escuchar, ya que estas suelen entremezclarse.

Fue aquella noche la que me motive por completo a escribir esta historia, y puede que me haya dedicado a una nueva etapa de mi vida, a experimentar un nuevo placer. Donde plasmar mis pensamientos, mis tristezas y desembocar todas mis agonías para hacer una breve reseña de mis anécdotas. Posiblemente, sea a priori la mejor solución de las tantas propuestas.

Siendo así, una especie de auto ayuda. Para no tener nuevamente temor al olvido. Y esos momentos que pasé con Josefina recordarlos. O dicho fríamente de otra manera, a los momentos en que la contemplé en silencio. Pudiendo retomar mediante estas historias a esas situaciones y exponerme a esas mismas vibraciones en el corazón.

VI

Un nuevo día avanzaba sobre las persianas, la luz penetraba en mis ojos despertándome en tranquilidad, seguramente debido a dos objetos. Un lápiz y papel, que quitaron todas mis angustias de la noche anterior. O dedos y un teclado, hoy día la electrónica ayudaba; también aparecían personas que cuidaban de nosotros, sin decírnoslo. Faltaba compañía, un amigo de esos que compartían sin prejuicio, sin juzgar nuestros pasados; eran de esos que disfrutan de hacer un fuego, de observar las estrellas, de sentir la energía del Sol sin comentar que se siente: pues nadie podría explicártelo.

Me levanté al baño. El piso se sentía frío. Abrí el dentífrico, lavé mis dientes, abrí la canilla y mi boca sentía la brisa de frescura de aquel sabor a mentas. El agua salía fría de la canilla, como solía sucederme al despertarme ciertos sábados a la madrugada, siendo que el Sol tan temprano no calentaba las tuberías.

*

Solía ir los viernes a jugar a la pelota con amigos. Volvía cansado a casa. Cuando llegaba lo único que hacía era comer  rápido e irme a dormir con ambiciosas ganas.
Al día siguiente era completamente otro ser que abundaba en mí, sin cansancio. La única diferencia a los demás días era que me levantaba a la madrugada, nunca supe porqué lo hacía. Es probable que debido a tanto juego, necesitaba repentinamente la cama para descansar en un profundo sueño y a su vez tan concentrada estaría mi mente en dormir, que solo se empecinaba a hacerlo.
Recuerdo que despertaba sin siquiera recordar nada. Y siempre era mi desesperación por ir al baño a lavar mi cara y despabilarme.

*

Empecé a vacilar y ciertos tormentos empecinaron comenzaron a aturdirme. Sintiendo preguntas de alguien, las cuales me hacían replantearme situaciones.

Alguien: ¿Porqué suelen ser tan siniestros tus pensamientos?

Cada uno intenta a su manera, reflejar las cosas, ya sea por la música, por la lírica, por la expresión de los gestos. Yo suelo ser partícipe de mínimas sorpresas con las cuales demuestro alegrarme.
Hace un mes aproximadamente, Greta me obsequió un disco, me dijo que había pertenecido a su hermana, la cual había fallecido hace ya un tiempo. Al tiempo me enteré que había heredado además toda una colección de libros de ella. 
Creo que no sabría mi pasión por la música francesa, ese sonido tan pasional que me vuelve a la vida. A creer en el amor. Sin saberlo optó por obsequiármelo.
Aquella sonrisa, recuerdo que ella también la hizo, fueron muecas auténticas. Un placer mutuo, ella por querer alegrarme, y yo por sorprenderme por su regalo. En la tapa una mujer acostada, quizás cansada de tantos lamentos, de tantas agonías, cansada de intentar; la autora era Carla Bruni, Quelqu'un m'a dit.
Admiro esa voluntad absoluta de la gente que, aunque raramente nos obsequie algo, se tome el tiempo de hacerlo. Y más aún, cuando nuestro cumpleaños no está siquiera cerca.

VII

Decidí de una vez y por todas actuar con impulsiva sorpresa ante mis palabras, sin pensar ni jugar con los pensamientos. En el transcurso del tiempo en que me empeciné a salir de casa, pensé en aquella frase que me decía mi primo: “quien no piensa, ataca profundamente al Destino, sin la espera de esa voz que responde sin cesar.”
Intenté crudamente fingir ir hacía algún bar, hacia el bar frente a la placita donde solía ir luego de la facultad. Donde también frecuentaban mis compañeros. Sin embargo, nunca notaban mi presencia, solía emborrachar mi mente, pero sin comentarlo de la boca para afuera.
Es así como volvía siempre a mi habitación sin saber como ni cuando aparecía.

Me encontraba en otra dirección y con imprudencia, aunque temía que volvieran a mí aquellas voces o esa voz, aunque solía variar. Y tal como suelen anteponerse mis pensamientos a estas palabras oí nuevamente sintiendo profunda angustia dentro de mí, temiendo la cruda y atormentadora crítica, ¿de mi propio ser? Acaso ¿de mi mismo por miedo a enfrentarme al Destino?

Alguien: ¿A donde vas?

No pensaba contestar, no tenía la necesidad. O tal vez me anteponía a mi mismo al decirme: se que va ser insignificante el intercambio de palabras, como quien discute con cualquier conocido y no quiere afrontar la realidad, o no quiere cambiar su postura. No quería. Odiaba profundamente discutir cosas innecesarias, frenando aquellas respuestas que ya eran obvias. Trataba insaciablemente de luchar contra aquella voz. Movía agitadamente la cabeza aquella tarde, como queriéndome escapar de mi cuerpo probablemente, pero como era de prever, no lo conseguía.

Alguien: Si sabes que es en vano todo lo que haces, ¿para que seguís siendo? ¡Vos y esa maldita ambición que temes  de chico!

No paraba de luchar contra mi, hasta que finalmente llegué. Me encontraba en la puerta de su casa. Pero ahora ¿que iba a hacer? Tenía que golpear a su puerta y esperar a que saliera alguien a contestarme.

*


Supe comprender, era más lindo escribir lo que sentía: como aquel compañero que con puño y letra me enseñó, así también lo había hecho días atrás, le había dicho a ella ‘tu corazón es muy tierno’; pero era como dejar una nota en su puerta e irme.. esperando pero desde lejos. Sin saber, había hecho mucho.

VIII

Era el cultivo de mi interior, era mi memoria almacenada en interminables juegos, en mundos que ayudaban a mi imaginación. Todos eran medios para llegar a vos, a esa persona que pueda complementarme no solo de alma, y de emociones que muchos desconocen… sino también para que evolucionáramos juntos. Había personas que venían a reparar nuestras realidades, a nuestros lugares “paradisíacos”. Eran constructores, reparadores; seres que tenían el don por así decirlo de hacer de un mural destruido, una reparación absoluta. Para construir murales no solo precisábamos muros sino vestimenta, y que mejor que hecha por la costurera del pueblo, quien sabía como hacer con simple tela pantalones cósmicos y para reyes. Había que decirlo: la ropa decía mucho sin que tuviera palabras. En el hacer, había mucho más. Alguien te lo agradecía.

*

Y se dio cuenta que luego de leer los interminables –aunque breves y místicos- textos, su maestro espiritual ese tal Hesse, lo observaba. Le contaba relatos jamás contados a la humanidad: historias que solo ocurrían en su imaginación, pensamientos entre Josefina y su mejor amigo. Más era una simple fantasía de su yo y sus pensamientos en llevar a cabo esa acción sexual-espiritual-mística. Donde al complementarse con Josefina lograría la magia deseada, el poder de volar. Ya lo sabía, no era más que un teatro para que ella se diera cuenta de cuánto me deseaba. Había que hacer tiempo, había que dejar que el mapa hacia el fuera en el hacer, en el devenir. Dejar que el paraíso se volviera carne, lo que en un momento había desaparecido en sus propios pensamientos. Esa fascinación de hermafroditismo, de Dios, dejarla atrás para evolucionar y lograr esa conexión con ella. Quizás fuera antes de lo planeado, y eso volvía todo más nítido, más dulce. Más fantástico. Y volvía a preguntarme ¿cómo haría para verte si es que no hablamos y solo vemos fotos? Habían maneras, la pregunta era ¿cual era la que yo optaría? Al menos ahora yo era quien me preguntaba, no habían otras voces. O eso creía.

 

IX

Si el mentir se convierte en constancia, quién notará si estamos cerca o a la distancia. Dime que si “alguien” volviera, o si acaso existiera o existiese ¿tendría nombre? ¿serías tu o él?
Si me mintieran, o ¡si las voces pudieran! para que yo no entendiera y al fin alguna de ellas siguiera.
Si el fracaso de los futuros inciertos, de las constancias absolutas, de los mundos fingidos; de los sueños construidos. Del mundo de la fantasía, del ensueño nocturno y/o diurno pudiera rescatar algo: si al menos sirviera de algo fluir entre vida y muerte. Si al menos al sentirme vivo, viviera o si estando muerto por fin mi vida concluyera…

¿QUÉ SERÁ MI AMOR? ¿QUIÉN SERÁ MI AMOR? ¿QUIÉN SERÁ ALGUIEN? ¿DÓNDE ESTARÁS? ¿CUÁNDO TE PODRÉ TOCAR?

Me he cansado de verte pasar, de sentirte cerca mío, de imaginar sin vivir construyendo a tu lado.
Mundos hermosos podríamos hallar si tu algún día me llegases a amar. Alguien, ya tiene nombre, alguien, no tiene nombres.

Olvídate, olvidate.

Tú volverás, y poco a poco te aprenderé a amar.

ALGUIEN SABE

Se acuerdan de ti cuando estas en las malas, entonces díganme cuando volveré a estar en las buenas para que no se acuerden de mí y vuelva a ser todo más sencillo para vivir; sin fingir, sin mentir, teatro orgánico, vida sana, aunque se coman comidas exóticas.
Las palabras vuelven, los momentos babilónicos hacen a uno tener terror. Los ángeles vienen –en días claves-, dan llaves, muestran realidades; crean momentos únicos, que hacen volver a creer y despreocuparse con el comer-tomar: porque todo esta en el DAR.

martes, 17 de diciembre de 2013

Solo el guru sabe, más no lo dice.

..abran sus puertas silenciosas: y sabrán, como siempre, que es lo que necesitas: Has de espada ¿estarás dispuesto a callar nuevamente tu corazón cuando esté en esa conexión? Pues claro, yA no molestaré más al plano 2, más que con palabRas dE libertad. Nadie podía cambiaR el mundo, el mundo yA tenía dos CC, y la últiMa que se agregabA: Complicado.

 

Apaga el aire, y prendé el fuego de tu cerveza. Conquista la no razón que se guía con el corazón.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

-Olor a chivo, sandalias mezcladas, pedos entre sábanas, alcohol-

Y más mentiras.

- Es para una escena, no es necesario que funcione

- Pero al menos presta atención a como se hace para cuando necesites aprenderlo –lo dijo de tal manera que encerraba verdades que solo las contaban los pocos dedos que le quedaban y el propio dedo metálico-.

Ella tampoco podía olvidarlo, ellas aún recordaban un fugaz y maravilloso momento de la vida, porque era lo que se cuenta cuando nadie entiende de que se habla; las miles de estupideces que se logran “estando enamorado”, cuando se mueve el viento a-cOntra luz, y vuelve a ser luz cuando el silencio nos invade, cuando las ideas se convierten en relatos. Cuando la conexión del Universo está a tu lado, cuando los polos opuestos, iguales “aunque sea pura casualidad”; y ‘las casualidades no existen’. Hombre crédulo, el que pide que le vuelvan a contar ese viejo cuento para volver a confiar, para encontrAR.

Más no volverían existir ya más esos sentimientos, el tiempo había pasado, la vida se había vuelto bosque-electrónico, anfitriones de los duendes, si es que los viste en la heladera alguna vez.. como murciélagos que te persiguen en noches de miedo, miedos son los que nos hacen vivir, son los que nos atormentan: los que generan las revoluciones en el cielo, con rayos, truenos y relámpagos.

Palabras, palabras que surgen de vibraciones catastróficas, de temblores al unísono.. de búsquedas sin mencionar, más que si te pones a reencontrar.

ES COMO LEER Y LUEGO VOLVER A RELEER.

martes, 10 de diciembre de 2013

¿Habrán sido ellos los que me transformaron, o yo el crédulo que convirtió todo en un caos?

¿Te gusta mucho el teatro, no?

“Juraría que te vi”

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El que escapa, el que escucha, el que te recuerda. ¿Quién te pregunta? ¿A quién derivas tu amor?

Hablarás algún día de lo que sientes, o dejarás sentir lo que hace tu corazón al rosar entre miles de partículas en el universo. Dicen que el amor tiene que ser universal y no solo guiado hacia alguien o algo, ¿por qué no comenzar con lo que es real y sagrado para luego dotar al mundo, a la ciudad, a la naturaleza del más alto grado de sabiduría, consciencia, AMoR?

¿COMO CREAR LA ESCENA QUE LLEGARÍA A ARMONIZAR AL MUNDO, SIN LA NECESIDAD DE FINGIR, MENTIR? INTENTÉ CON PACIENCIA, PERSEVERANCIA, TERNURA, BÚSQUEDA DE LUGARES NUEVOS “ÍNTIMOS”, se lograron emociones, recuerdos, amor orgánico, MÁS con eso NO SE puede CREAR EL MUNDO, HACE FALTA UN ESCALÓN MÁS PARA LUEGO IR ESCALANDO Y REALMENTE HACER QUE EXISTA LA VERDADERA ENSEÑANZA UNIVERSAL.

El amigo, quien enseña sin hablar… quien consigue al alma alegrar… vive de sus sentimientos sin juzgar;
más a su hermano dejaría que su corazón se desgarrara, sin saber,
sin comprender,
aunque tal vez, haya una causa final,
un destino que no sea tan fatal y que sea a la misma necesidad humana,
esperaría que fuese como tiene que ser el día, la noche, y todo todavía. HAY TIEMPO, hay sueños, hay vida, hay energía.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Como figuritas brillantes: como una ilusión perdida, como un universo creándose…

A veces me olvido, otras despierto para volver a olvidarme; quizás tenga que pasar el tiempo para dejar de escribir quizás. Es de sentimiento puro el buscarte en mí, para dejar de pensar en vos y a prender a que sin mí no existo. Me necesito para no derrumbar mis tontos y a veces inteligentes ideales.. te necesito porque cuando llegues será lo más maravilloso y hermoso que haiga en este mundo. Alfa y Omega a veces en Uno, otras a la espera de mi Omega.

martes, 3 de diciembre de 2013

Las palabras de restart

Recordar que todo es un fiasco, que los hipócritas viven de ello y nosotros vivimos de la misma. Que el amor es silencioso, ciego y triste si no es con vos. ¿Quién serás? ¿A qué me ataré? Como comprender lo que no tiene palabritas y como negar que existe esa fuerza.. nunca digas adiós, oh princesa has roto mi corazón.