jueves, 19 de diciembre de 2013

No recuerdo que escribí, ni me interesa su contenido.

Supe comprender, era más lindo escribir lo que sentía: como aquel compañero que con puño y letra me enseñó, así también lo había hecho días atrás, le había dicho a ella ‘tu corazón es muy tierno’; pero era como dejar una nota en su puerta e irme.. esperando pero desde lejos. Sin saber, había hecho mucho.

Había nuevamente, sin renovarse uno dos versiones, dos ingresos para el teatro mágico:

  1. El control o dominio total; el efecto secundario de la sensación del infierno.

  2. La espera de que algún dios ingresara al ser, y así: tener la aventura en la jungla.

  3. Aunque no había una tercera propuesta, la existía. Siempre había más respuestas de las que uno imaginaba, esto no terminaba. No podía terminar, era infinito y eso era lo mágico: que podía ser de una u otra manera, solo había que pedir permiso y dejar que los dedos, que el cuerpo siguiera los impulsos del latir del corazón, o bien, las dos primeras opciones.

*

Al menos ya no había voces por la noche y eso volvía todo más tedioso, o más claro. Era a una velocidad luz que solo algunos podían alcanzarla, y solo algunos querían alcanzarla con medios electrónicos: ya que era lo que en el día y la noche se utilizaba, al menos en el entorno que me acechaba…

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