martes, 24 de septiembre de 2013

Siempre era así, desde un comienzo, ese mundo mágico se construía gracias a mis quehaceres, mis historias, mis palabras, mis pensamientos, el amor que recibía.

Algo de pusilánime, de desgajar como a las cebollas hace <crecer la experiencia>. Lo potencial. Todas mis redacciones podría releerlas y darles el sentido que yo quisiera; todos admirarían este devenir de construcciones literarias. Muchos me halagarían, otros sabrían de que fui hecho: como era mi quehacer y mi accionar. Pocos habrían tenido las vivencias, los pasatiempos con el ser divino que habitaba en mí, ni que hablar de la parte endemoniada y que se dejaba dominar por los mundos literarios y artísticos de los demás.

Había que <crecer>,y <creer>  en lo que respectaba al devenir, eso era innegable: pero… ¿era realmente el

<JUEGO DE ABALORIOS> lo que tenía en mente?
¿o hacer real lo potencial y jugar con los otros dioses?

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