miércoles, 12 de septiembre de 2012

Al azar de las palabras y al compás de la locura…

Mientras más tiempo estoy entre mi misma especie, más me corrompo con sus inquietudes y necesidades. Su placer carnal y mental se convierte en el cotidiano mío. Me encanto a mi mismo con estos cinco sentidos materiales, que no han de ser malos, no han de ser descompuestos por un plano racional, pero algo conllevan a un fracaso, o una liberación inconsciente. Y en el inconsciente puede suceder todo, y estás al límite la mayor parte del tiempo.
En cambio, la soledad o el aislamiento -al menos fuera de las relaciones cotidianas de más de dos horas por día con cada persona-, lleva a recaer en la religión (individual y de libertad a plena conciencia de nuestra percepción, o bien, aumentar de estar solamente usando los cinco sentidos materiales a una mística; esto también puede suceder con otra persona exterior –ideal o real-, y respetar su Verdad y no la propia, que sería la nombrada anteriormente). Una religión es una creencia, tal como un niño cree en la magia. La mentira que es verdad por simple hecho de amar lo que se hace.

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